
Las investigaciones acerca de la comunicación humana han descuidado al individuo en sí.
Pero las mismas personas en su entorno social pueden hacer un análisis de personas que recién conocen como por ejemplo por su manera de moverse al caminar; su rigidez o desenvolvimiento en las situaciones cotidianas.
Tomemos por ejemplo la acción antes mencionada, de caminar. Este sólo hecho nos puede indicar muchas cosas. La persona que habitualmente pise con fuerza al caminar nos dará la impresión de ser un individuo decidido, con confianza. Si camina ligero, podrá parecer impaciente o agresivo, aunque si con el mismo impulso lo hace más lentamente, de manera más homogénea, nos hará pensar que se trata de una persona paciente y perseverante. Otra lo hará con muy poco impulso, como si cruzando un trozo de césped tratara de no arruinarlo y nos dará una idea de falta de seguridad.
Las actitudes corporales reflejan las actitudes y orientaciones persistentes en el individuo. Una persona puede estar inmóvil o sentada hacia adelante de manera activa, o hundida en sí misma, y así sucesivamente. Estas posiciones o posturas, sus variaciones e incluso la falta de ellas, representan la forma en que uno se relaciona y orienta hacia los demás.
Otro ejemplo más es en un salón de clase; al estar sentado sin moverse da a entender que se está prestando atención, más que cuando la persona está en movimiento o jugueteando con alguna parte de su cuerpo.
